De la policía cultural a la policía del pensamiento (ATALAYA)
de Caroline Fourest (Autor), Agustina Blanco (Traductor)
Las identidades es eso que ahora está tanto de moda.
Las identidades de los pueblos, la identidad de los individuos. La diferencia se consolidad casi como un derecho inalienable.
En estos tiempos hay que andar con cuidaddo de no ofender o no entrometerse demasiado en este tema, porque podemos entrar en ese delirio de derechos de esta nueva corriente.
He leído por ahí que un estado se fortalece por su identidad nacional y no podemos apropiarnos o tomarnos a la ligera esa forma tan vieja de este concepto tan nuevo de identidad porque podemos herir muchas sensibilidades.
Las identidades, en definitiva, nos separan, nos distancian en un mundo global donde todos queremos ser diferentes.
Libro recomendado:

Algunos ejemplos de la autora:
Canadá: los estudiantes exigen que se cancele una clase de yoga porque no quieren «apropiarse» de la cultura india.
Estados Unidos: se reprocha la enseñanza de las obras clásicas por ser poco inclusivas.
En poco tiempo, las políticas de identidad han pasado de ser una herramienta para dar visibilidad a las minorías a una nueva moral que censura y categoriza.
Bajo el pretexto de no herir sensibilidades, las ideas progresistas han invadido nuestra intimidad, asignando identidades y restringiendo el libre pensamiento.
Cada día un grupo, una minoría o un individuo erigido en representación de una causa ordena, amenaza y somete.
Vivimos bajo una tiranía de la ofensa que nos está sofocando.
«El problema del “derecho a la diferencia” es que, en lugar de borrar los estereotipos, los consolida y termina provocando una disputa entre identidades».
«Caroline Fourest: “La libertad de odiar jamás ha estado tan fuera de control ” en La Razón
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